En los últimos años, la conversación global sobre blockchain ha estado en gran medida dominada por Estados Unidos, marcada por estancamientos legislativos, disputas entre agencias y una claridad regulatoria esporádica. Mientras EE. UU. lucha con contradicciones internas, otras regiones como Suiza, Singapur, Hong Kong, Dubái y Gibraltar han emergido como centros cripto, aunque ninguno de ellos es un centro natural de innovación tecnológica a escala mundial. Sin embargo, Canadá ocupa una posición estratégicamente pasada por alto. Está geográfica y culturalmente cerca de EE. UU. y comparte un espíritu emprendedor similar. Lo crucial es que Canadá tiene raíces profundas en la innovación blockchain: Ethereum, la segunda plataforma de blockchain programable por capitalización de mercado después de Bitcoin, se originó en Toronto. Es notable la figura de William Mougayar, autor en Toronto del best seller The Business Blockchain, y eventos importantes como Consensus 2025 programados en Toronto. Montreal alberga Blockstream, una firma líder en infraestructura de Bitcoin, y muchos canadienses ocupan puestos clave en empresas estadounidenses de blockchain o contribuyen de manera independiente como tecnólogos y desarrolladores. Más allá de la historia y el talento, Canadá se beneficia de una estructura ágil. A diferencia de EE. UU. , cargado de una complejidad institucional que frustra una regulación coherente de las criptomonedas—con acciones conflictivas en la Cámara y el Senado, batallas por competencias entre la SEC y la CFTC, y una implementación ejecutiva lenta—las capas de gobierno más sencillas y una mejor coordinación entre agencias en Canadá permiten respuestas más rápidas y claras.

Esta agilidad otorga a Canadá una oportunidad única de superar a EE. UU. como el primer país del G7 en establecer una estrategia coherente y favorable a la innovación en blockchain. Tal estrategia podría incluir dar la bienvenida a compañías blockchain globales ofreciendo inmigración simplificada, créditos para I+D, incentivos fiscales y alianzas estratégicas; crear un sistema fiscal amigable con las criptomonedas mediante la actualización de políticas sobre ganancias de capital, ingresos por staking y emisión de tokens para fomentar la innovación; aclarar las regulaciones para garantizar una protección sólida a los consumidores y la integridad financiera, evitando ambigüedades y excesos; obligar a la accesibilidad a criptomonedas en los bancos canadienses para facilitar la adopción institucional y permitir un acceso fluido y seguro a plataformas reguladas de cripto, incluyendo stablecoins; integrar blockchain en los mercados de capital autorizando a las bolsas y a los corredores-dealer para listar activos digitales y productos DeFi para clientes minoristas e institucionales; promover el uso de blockchain en el gobierno mediante proyectos piloto y buenas prácticas compartidas; y explorar una reserva nacional de criptomonedas junto con el Banco de Canadá para mantener ciertos activos digitales. Estas medidas son vitales para preparar la economía canadiense para el futuro. Blockchain ya no es una tecnología emergente, sino que está transformando activamente las finanzas, la identidad digital, las cadenas de suministro y el sector del juego. Los países que lideren su adopción obtendrán ventajas económicas y darán forma a la infraestructura de la era digital. Mientras que EE. UU. cuenta con escala, impulso y ambición, sufre de conflictos internos e ineficiencias estructurales. En cambio, el tamaño de Canadá permite agilidad y, al mismo tiempo, un impacto significativo. La oportunidad para el liderazgo en blockchain en Canadá sigue siendo muy amplia. Independientemente del resultado de las elecciones del 28 de abril, una agenda nacional seria debe incorporar una política audaz y visionaria en blockchain para aprovechar esta posición única.